Por: Lina
Ximena Parra Mejía
Desde que Gustavo Francisco
Petro Urrego asumió el cargo de alcalde de Bogotá en 2012 se escuchaban los
murmullos, y algunos gritos de insatisfacción. El problema no recaía ‘tanto’
en que sus propuestas fueran revolucionarias o que simplemente que otros
no tuvieron su ingenio para presentarlas, su odisea como cabecilla de la
capital colombiana se debe al rencor, a una memoria selectiva, pero sobre todo
a la estigmatización que en él dejo haber sido militante del M-19.
Como a muchos compatriotas
me indigna la corrupción en Bogotá, el Carrusel de Contratación hizo un gran
número en la ciudad, que no es fácil ni deberíamos olvidar. No voy a defender a
los Nule y mucho menos a las podridas cucarachas que escondidos detrás de un diploma
de alguna reconocida universidad obran en contra de la ciudanía. Me indigna que
Petro no haya cumplido con todo lo que prometió para su elección y no es para
excusarlo, pero el tener que defenderse permanentemente sólo complica su
trabajo.
Es cierto que él no terminó
el tranvía por la Séptima que juraba estaría listo y en uso en 18 meses, y
solamente si de mi vida dependiera defendería su fracasado modelo de basuras.
El cual le costó la alcaldía, cuando el Consejo de Estado decidió aprobar el 18
de marzo de 2014 la destitución por 15 años que el Procurador General de la
Nación, Alejandro Ordoñez, profesó el 9 de diciembre de 2013. Es cierto que la Corte Suprema de Justicia revocó
aquella decisión el 6 de junio y los bogotanos volvimos a tener a nuestro
‘mártir, digo alcalde’.
Pero sin duda Bogotá es más
‘Humana’. Para mi es de bárbaros disfrutar del dolor ajeno, ya sea de alguna
persona o de un animal, y si alguien aplaudió con fuerza a Petro fui yo cuando
se prohibieron las corridas de toros. Me alegro al no tener que desviar los
ojos en las calles mientras un raquítico caballo tira de un montón de
materiales reciclables en medio del tráfico, y por eso mil gracias.
Así que, queridísimo Petro quiero
odiarte pero simplemente tu humanidad me lo hace difícil. Tus decisiones
administrativas dejan mucho por desear pero ese corazón me lo complica todo, por
el momento no te estoy poniendo del todo en ese compartimiento que tengo
reservado en mi cabeza para las alimañas que se arrastran para robar y engañar,
llamados políticos corruptos.
Tienes tanta razón. Hay miles de promesas falsas que nos ha hecho Petro, pero, a fin de cuentas, también ha logrado hacer mucho a pesar de todos los contratiempos que ha tenido que llevar.
ResponderEliminarMantener un cargo público cuando es odiado por muchos, es algo que se debe llevar con los pantalones bien puestos y hasta el momento Petro ha tenido que gobernar así. Éso le suma puntos.